Muchas veces las distracciones de la vida cotidiana, el exceso de pensamientos sobre el pasado o el futuro y las fluctuaciones emocionales, entre otras cosas, generan tal confusión y agitación mental que es muy difícil acceder a un estado prolongado y profundo de concentración que nos permita otorgarle mayor profundidad y calidad a nuestro trabajo diario; por lo que esta necesidad de acceder a una vida basada en la armonía, en el equilibrio y sensatez para enfrentar la vida puede encontrar respuesta en la práctica de yoga.
Más allá del objetivo principal de esta milenaria disciplina, los beneficios en las distintas áreas de nuestra vida son múltiples. A nivel de salud física, preventivo de enfermedades, claridad mental, gestión y estabilidad emocional, gestión del estrés, liberación de la depresión, soledad, angustia, ansiedad, te entrega fuerza, flexibilidad, concentración y un buen desarrollo y manejo de nuestra energía son algunos de los beneficios que nos aporta el yoga.
Las razones por las que entras a Yoga pueden ser variadas, tú tienes tu motivo y es importante para ti y eso está bien, no tienes que contar con un requisito previo particular para iniciarte. No necesitas ser flexible o concentrado, la misma práctica potenciará en ti estas cualidades.
Independiente del estilo de Yoga que practiques, vas a descubrir con una práctica consciente, constante e inteligente que tu capacidad para gestionar con más habilidad las diferentes áreas de tu vida crecerá, llenándote de confianza en ti.
Es importante destacar cómo la mente influye en los estados corporales, por ejemplo, un individuo “desanimado”, “vergonzoso”, manifiesta su estado de ánimo en el cuerpo, es decir, somatiza el estado de su psique llevando sus hombros excesivamente caídos o hacia adelante; en este sentido el yoga se ha preguntado por qué no acceder a la mente desde el cuerpo, que es donde ella se manifiesta.
De esta forma trabajar con las ásanas abre un gran campo de posibilidades desde el punto de vista del yoga; así mismo, el yoga nos enseña a comenzar esta práctica desde lo más visible, desde lo más externo. Es por eso que ásana puede considerarse como una forma adecuada para iniciar el trabajo yóguico, porque el cuerpo es lo más manifiesto que tenemos y lo más concreto sobre lo cual trabajar; entonces, según el maestro Iyengar debemos indagar en “piernas, brazos, columna vertebral, ojos, lengua, tacto, en nuestro equilibrio, peso, contrapeso y así comienza a desarrollarse la sensibilidad y percepción necesaria para recién pasar la interior”.
Dicho de otro modo, trabajando sobre todos aquellos aspectos físicos que constituyen la práctica de ásanas, se entraría en el campo de una percepción más refinada con la presencia de una consciencia corporal allí en donde antes no existía, generando un vínculo para transitar hacia nuevas sensibilidades más profundas y sutiles.
Siempre es recomendable comenzar con un buen guía que pueda orientarte en tus necesidades y que tenga la visión para que puedas avanzar en esta práctica en armonía, con paciencia, compromiso y entrega.
Debemos entender que la práctica es un proceso, todo tiene una gestación y te dará frutos en la medida que seas constante y trabajes con compromiso y disciplina, de esta manera nos llenamos de la calma y amor a la que nos conecta el yoga.
Espero que tengas un lindo inicio en Yoga.
Y si ya eres practicante que sigas disfrutando y profundizando en tu práctica.
Namasté!
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